Si en otras latitudes el Día de Acción de Gracias celebra lo vivido 365 días atrás, en Santander hay un día especial que festeja y reconoce año a año, desde 2021, a las personas mayores que han narrado sus vidas para conformar el banquete de la historia oral que es Legado Cantabria.
En 2024, ese día ha sido el del sábado 9 de noviembre y el lugar elegido es el auditorio Casyp Up, que ya es la casa ‘prestada’ para Legado por la Fundación Caja Cantabria. La mañana era cálida, no solo por los 20 grados inusuales para el otoño santanderino, sino por lo que ocurría dentro de esta caja negra llena de ecos de la cultura de la región: casi un centenar de asistentes reunidos para rendir homenaje a 35 personas, entre ellos a seis centenarias, cuyas historias de vida grabadas en vídeo forman parte de las 160 en total preservadas ya por el proyecto Legado Cantabria y custodiadas en la Filmoteca de Cantabria Mario Camus.
“Hoy es un día de fiesta”, dice con alegría Conchita Mantilla Rodríguez, una de las homenajeadas, que trasmite su agradecimiento con Zhenya Popova, la coordinadora técnica de Legado Cantabria. Se refiere a ella como Eugenia porque, dice, “eso es lo que su nombre significa en español”. Cuenta además que Zhenya y Txatxe Saceda, el cámara y editor del proyecto, se concentraban tanto en su trabajo de entrevistar y grabar que olvidaron las pastas y el café que ella les preparó el día que fueron a su casa a grabar su historia de vida.
El auditorio donde se realiza la ceremonia, en la segunda planta del edificio de la Fundación Caja Cantabria, tiene una luz ámbar cálida tenue. Para ocupar las primeras butacas de las diez filas del recinto hay que bajar unos escalones casi imperceptibles si no se está habituado a caminarlos. El apoyo mutuo es la guía que permite que cada cual ocupe su lugar sin traspiés o tropezones. La imagen que domina el escenario es un gran imagen del color granate del proyecto con la leyenda “Acto de Reconocimiento Legado Cantabria 2024”, un piano de cola a la izquierda, dos bancos y un atril. Este último lo ocupa Francisco Gómez Nadal, gerente del Grupo UNATE y maestro de ceremonias del evento, que marca el inicio tan sólo unos minutos pasada la hora pactada: las 12.
Al acto no han podido venir todas las personas convocadas. Unas por problemas de movilidad, alguna por achaques de salud, otras porque se encuentran viajando. Pero hay 17 de las 35 y otras seis han mandado a hijas, hijos o sobrinos a recoger el reconocimiento. Está, por ejemplo, Isabel Michelena Somacarrera en primera fila con sus 104 años, o Antonio Ontañón, que acaba de cumplir los 90 y sigue defendiendo las memorias más olvidadas, o José Miguel Guerra, el mítico hombre del folclore de Tanos, o Herminia Gutiérrez, tan conocida en su Vargas natal, o la propia Conchita Mantilla, una de las fundadoras de la Asociación de Mujeres Empresarias de Cantabria (AMEC), o los hermanos Isabel y Ceferino Sánchez Noval, llegados desde Hererrías, en la cuenca del Nansa. En las siguientes filas se reparten otros muchos protagonistas, y sus hijos, y sus nietos, y algunos vecinos y vecinas… Y, claro, una ausencia a la que se hizo referencia y cuya huella “perdurará como una Legado necesario”: la de Isabel Tejerina, que falleció justo cuando noviembre veía la luz.
“El Centro para el Estudio de la Evolución Cultural de la Universidad de Estocolmo logró demostrar hace unos años cómo la evolución humana se explica, en buena medida, por la memoria”, explica Gómez Nadal para abrir boca y dar pie al homenaje en el que se agradece “de forma sincera” a quienes han depositado su Historia de Vida durante 2024.
Tras la apertura del maestro de ceremonias siguen las palabras de Modesto Chato de los Bueys, presidente del Grupo Social UNATE, ausente por motivos de salud, pero que hace llegar su mensaje a través de su hija Pilar: “Las memorias individual y colectiva son frágiles, todo lo experimentado corre el riesgo de esfumarse si no se hace el esfuerzo de fijarlo, de enraizarlo en un lugar seguro”. Legado Cantabria, en palabras de Chato de los Bueys, “construye un relato colectivo que nos indica de dónde venimos, cuáles han sido los retos superados, cuáles las pruebas por encarar”.
Uno de los retos superados de Legado Cantabria fue la recolecta de fondos económicos en 2024 para seguir funcionando a través de una campaña de microfinanciación y el presidente del Grupo UNATE aprovecha para agradecer en público a las 122 personas y organizaciones que aportaron en ese esfuerzo adicional para sostener el trabajo de preservación del patrimonio cultural inmaterial de la región.
La directora general de Cultura y Patrimonio del gobierno autonómico, Eva Guillermina Fernández, quiere destacar que “este proyecto es un hito en Cantabria y debemos apoyarlo… es fundamental que queden estos testimonios y que sean accesibles para todos nosotros”. Y, luego, la delegada del Gobierno de España en Cantabria, Eugenia Gómez de Diego, recuerda que “los procesos de memoria son un componente esencial de la configuración de todas las sociedades humanas”. Ellas dos, junto a la concejala de Servicios Sociales, Familia, Salud, Autonomía Personal e Igualdaddel Ayuntamiento de Santander, Zulema Gancedo, fueron la prueba del apoyo institucional de iniciativas como Legado.
A las palabras oficiales, les sucede la imagen de la vida. Las luces se van apagando para dar paso a un vídeo que, en 5 minutos y 20 segundos, resume —solo con imágenes y música— las 35 historias de vida grabadas en la que es ya la ‘cuarta temporada’ de este proyecto. Hay público grabando lo que se proyecta, hay una sonrisa en cada una de las personas protagonistas cuando aparece su imagen en la enorme pantalla, un cierto rumor en cada momento álgido, un aplauso cerrado al terminar.
Llega entonces el turno de Zhenya Popova, la tejedora de lazos, creadora de espacios de confianza y empatía. “Legado Cantabria es más que un archivo o una colección de testimonios, es un acto de resistencia frente al olvido, una manera de cuidar y preservar la memoria vida de una región y su gente”, dice ante un auditorio emocionado tras la proyección de vídeo. “Al cuidar de sus recuerdos, estamos preservando esas raíces que sostienen a nuestra comunidad y brindando a las generaciones futuras la posibilidad de comprender de dónde vienen, para que pueda volar con propósito y conciencia”.
Pilar Acebal Sánchez, una de las más jóvenes “legados” de 2024 con sus 72 años que declara nada más ponerse ante el atril, reconoce que “documentar nuestras vivencias tiene un valor no solo personal sino también social. Al compartir nuestras historias estamos transmitiendo conocimiento y experiencias que pueden resonar con los demás creando conexiones y dejando un legado”.
Desde Revilla de Camargo, con voz fuerte aunque algo emocionada, interviene Enrique Herbosa Casal, de 93 años. “Vivo solo y mi esposa falleció en 2005 y mi único hijo, en 2010. Pero no estoy solo”, comienza Enrique quien relata como nietas, sobrinos, amigos, vecinos y vecinas que le ayudan mucho en los “momentos de soledad o tristeza, y en otros menesteres”. Asegura Enrique que le emociona escucharse en la grabación de Legado Cantabria y que descubre rasgos de su personalidad que no le eran tan evidentes.
Han pasado casi tres cuartos de hora durante la ceremonia. Llega el momento de ser nombrados, pasar al frente, recibir un diploma, la copia de la grabación en memoria digital y un ramillete de flores. Cada quien a su paso, sin prisas, algunos “legados” van por su propio pie a recoger su reconocimiento; otros u otras, que no han podido estar por distintos motivos, son representados por sus hijos, yernos, nietos o sus sobrinos. Al llegar al estrado, las fotos con las representantes de las instituciones provocan abrazos, besos y sonrisas.
Todavía queda un momento mágico adicional. El acto lo cierra la música clásica del dúo conformado por Miguel Díez (violonchelo) y Hugo Selles (piano). Se denominan Dúo Otero en homenaje al compositor y director de orquesta Emilio Otero Palacio, que fue Legado en 2023 y que está presente. Antes de sonar el primer acorde los aplausos van dedicados a Emilio. 17 minutos de música para que las emociones vayan encontrando su propio eco.
Las luces del recinto suben cada vez más su intensidad. Tras una hora y veinte minutos de acto, los legados son convocados todos a la vez a posar para “una foto de familia”. Apoyada en dos de sus familiares, Isabel Michelena Somacarrera se levanta del asiento, eleva su torso y se sienta en una banca para quedar en medio de sus 16 compañeros asistentes al homenaje.
Son casi la 13:20. Los homenajeados salen poco a poco de la sala, cruzan hacia el ascensor y bajan al vestíbulo del edificio. “Aquí la fiesta aún no ha acabado, vamos a tomar algo”, se escucha decir por ahí. El clima y la ocasión invitaban a celebrar una vida que, parafraseando a Gabriel García Márquez, hay que vivir para poder contarla. El premio Nobel ya escribió que: “La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”. En Legado Cantabria, la vida vivida cuenta.