La Soledad No Deseada (SND) es un fenómeno complejo y multicausal. De hecho, para afrontarla de manera más eficaz es necesario apostar por modelos que refuercen los lazos sociales y la participación real de las personas mayores en su entorno. Para comprobar esta visión, hemos realizado una investigación cualitativa con el apoyo del Imserso en la que se han identificado y analizado iniciativas de cuidados en comunidad participadas por personas mayores en ocho comunidades autónomas con alto porcentaje de envejecimiento demográfico y longevidad. El proceso ha incluido la selección de prácticas con participación activa de personas mayores, entrevistas a equipos técnicos y responsables, y la revisión de materiales y evaluaciones disponibles a sendas experiencias en las comunidades de Asturias, Cantabria, Cataluña, Castilla y León, Extremadura, Galicia, Navarra y País Vasco.
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Si el acercamiento a estas ocho prácticas participadas nos permite sacar lecciones aprendidas sobre aciertos y errores en el proceso, el documento también entra de lleno a definir términos tan gastados como la propia “Soledad No Deseada”, “iniciativas comunitarias”, “cuidados comunitarios” o “participación efectiva”. Digamos que hay términos o conceptos de ‘moda’ —como SND o participación— y arrastramos una mochila de definiciones erróneas o que ponen el foco en el asistencialismo y/o en las consecuencias y no en las causas o en lo que las personas mayores pueden aportar para superar los retos que enfrentan. Por ejemplo, cuando hablamos de soledad, quizás deberíamos preguntarnos menos cómo medirla y más qué condiciones materiales y sociales la convierte en algo inevitable.

Encuentro, dentro del proceso ‘Ansoáin, Comunidad que Cuida’
Después de evaluar un total de 17 iniciativas en las comunidades autónomas de referencia, Fundación PEM decidió que había 8 que realmente nos ayudaban a estudiar el impacto de la participación efectiva de las personas mayores. Se trata de Rompiendo Distancias (Asturias), Centro Comunitario Multiservicios Las Nieves (Cantabria), SOLiEDAD (Castilla y León), Asociación Jaume Terradas (Cataluña), Quédate con nosotros (Extremadura), Cáritas Rural (Galicia), Ansoáin Comunidad que Cuida (Navarra) y BIZAN (País Vasco).
El análisis de estas prácticas participadas muestra que las iniciativas más eficaces son aquellas que abordan la SND desde una mirada multicausal, superando barreras urbanísticas, culturales y económicas para garantizar la participación de todas las personas. La gestión del transporte en entornos rurales, la resignificación de los espacios de encuentro, la introducción de actividades intergeneracionales y la corresponsabilidad económica, aunque sea simbólica, son ejemplos de estrategias exitosas que refuerzan la implicación y el sentido de pertenencia. El verdadero impacto positivo no reside tanto en las actividades concretas, sino en el ambiente de encuentro, el apoyo mutuo y la posibilidad de asumir un rol activo.
Además, este estudio identifica como ingredientes clave para la sostenibilidad y escalabilidad de este tipo de iniciativas el liderazgo local y la implicación de equipos técnicos comprometidos y cercanos, tener espacios físicos accesibles y de referencia, el apoyo político y financiero estable, la flexibilidad y capacidad de adaptación continua, el trabajo en red con otros recursos del territorio y, sobre todo, la participación activa y corresponsable de las personas mayores en todas las fases del proceso.
En general, el estudio sí ha detectado una falta de evaluaciones de impacto sistemáticas y, por lo tanto, de datos directamente comparables entre experiencias. Esto ha limitado la capacidad de analizar de forma homogénea los resultados, y se ha suplido mediante la revisión de memorias, informes internos y datos cualitativos aportados por las iniciativas. Esta carencia limita la posibilidad de medir la efectividad de las intervenciones y extraer conclusiones sólidas sobre qué funciona y qué no en distintos contextos.
Pero es que los procesos analizados también enfrentan limitaciones importantes en materia de financiación estable que les permita planificar a largo plazo y asumir esas evaluaciones de impacto —que son lentas y requieren de recursos humanos capacitados—. Lo que sí está claro es que se necesita de más procesos de co-diseño, cogestión y voluntariado de las propias personas mayores desde la acción comunitaria si queremos mejorar la calidad de vida de las mismas. No necesariamente centrándonos en la SND, ya que la soledad no siempre es la causa de los problemas, sino como la consecuencia que puede sobrevenir por múltiples causas personales, familiares, sociales, económicas, etcétera.

SOLiEDAD nació en 2022 como un proyecto de investigación para abordar la soledad de las personas mayores en Zamora