Por Ramón Gelabert (Coordinador de proyectos de Fundación PEM)
Hace poco menos de un mes el Tribunal de Cuentas nos deleitaba con uno de sus documentos que pocos leemos “Plan de 130 medidas frente al reto demográfico (ejercicios 2021–2023)”, donde se analiza críticamente el diseño y ejecución del primer instrumento estatal destinado a aplicar la Estrategia Nacional frente al Reto Demográfico aprobada en 2019. Aquella Estrategia fue la respuesta gubernamental al estallido social de la mal llamada España Vaciada y que terminó por desembocar en un movimiento social y político que llamaba -y sigue haciéndolo- la atención sobre la situación de abandono de la España rural. Pues bien, las conclusiones del citado informe no pueden ser más demoledoras, entre otras cosas: uno de los tres pilares del Plan, el que guarda relación con el envejecimiento de la población, sencillamente ha quedado en el olvido y no se ha ejecutado ni una sola acción en ese sentido. Así que, nada nuevo, las personas mayores del medio rural – aquellas que mayoritariamente lo habitan-, otra vez, las grandes olvidadas.
Sin embrago, la semana pasada, en Riaza, pueblo de la irreductible provincia de Segovia, una serie de organizaciones sociales lideradas por CAS (Colectivo de Acción Social) se reunieron en el I Congreso de Pueblos que Cuidan, para cuestionar este olvido y reclamar que los pueblos sean lugares dignos donde poder envejecer, donde ninguna persona debe verse forzada a abandonar su pueblo, su comunidad, su casa, ante una situación de dependencia física.

Imagen de las participantes en el encuentro estatal.
Nos juntamos en Riaza (Segovia) para proponer en conjunto modelos y acciones donde los cuidados de tipo comunitario sean el eje vertebrador de la vida en los pueblos. Porque el llamado Reto Demográfico no debiera consistir en tratar de llenar los pueblos, el verdadero reto debiera estar enfocado en vaciar las ciudades que, hoy más que nunca, son espacios medioambientalmente insostenibles y socialmente dañinos. Y para conseguir esto debemos ser capaces de presentar a los pueblos como un espacio ideal donde envejecer y disfrutar de nuestras vejeces, porque parte del futuro de los pueblos pasa precisamente por aquí. Para ello necesitamos espacios participados donde poder seguir construyendo comunidad, con transporte, con pensiones dignas, con servicios sociosanitarios, con soluciones imaginativas y basadas en un enfoque de derechos para conseguir que las personas mayores que necesiten apoyos puedan seguir viviendo en sus casas.
Nos juntamos en Riaza para comprobar que cuando las administraciones locales se alían con las entidades sociales del territorio, aparecen propuestas eficientes que nos indican el camino a seguir. Lo comprobamos desde Fundación PEM en nuestro trabajo en diferentes pueblos de Cantabria, donde destacamos la apuesta de los Centros Comunitarios Multiservicios. Lo comprobamos en Pescueza, un pueblo con y para personas mayores que es ya referente a nivel nacional. Desgraciadamente esto no es lo habitual y lo que predominan son los esfuerzos de organizaciones pequeñas que con mucha voluntad y pocos apoyos mejoran diariamente la vida en sus pueblos.
Necesitamos que de una vez estas propuestas surgidas desde abajo puedan impregnar las políticas públicas autonómicas y nacionales, con cambios legislativos que permitan que los nuevos modelos se apliquen lo más rápidamente posible. Las personas y los pueblos no podemos esperar más. Por eso seguiremos trabajando y alzando la voz para que en medio de todo el ruido mediático que emiten las ciudades, la voz de los pueblos se escuche.



